10 de marzo de 2013

Decir La Algaba...es decir Soledad

Decir La Algaba, es dejar un único instante para decirlo todo sin volver a abrir la boca. Al decir Virgen de la Soledad, al instante no le queda nada. Todo se ha dicho, ahora solo queda ver para creer, o creer mejor, sin haber visto. ¿Quién no recuerda aquel verso anónimo que dice? Tres jueves tiene el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de la Ascensión, bien pudiera decir la estrofilla, Hay tres Jueves que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de la Ascensión y el Domingo de Resurrección, propinilla del Señor.

 Puede usted venir como si nada
y pasear por mis calles vacías,
o enseñarle pues a deshoras
como de la plaza las farolas,
permanecen de noche encendidas.

Puedo enseñarle la calma,
en una noche cerrada
y como desde una baranda,
una luna gitana
abre sus ojos morenos,
tras de sus negras pestañas.

Puedo enseñarle los cielos,
desde una torre alta y morena
y las saetas que se desgarran,
en su color canela.

Puedo enseñarle el aroma,
que tienen todas las flores
y el vuelo de una paloma
y las aguas de colores.

Puedo enseñarle la gracia,
desde otros cuatro balcones
donde pasean las muchachas,
con sus risas y tacones.

Puedo enseñarle la brisa
y el amanecer de los pintores,
cuando dibujan las risas
con sus pinceles enormes.

Puedo enseñarle una fuente
para que sienta en los surtidores,
como se besan las almas
de cientos de soñadores.

Y si quiere que le enseñe la Gloria,
venga usted como si nada
pues detrás del Guadalquivir,
está sentada La Algaba.

¿Dónde va usted con tanta prisa?
Tenga usted algo de espera.
Pues la Reina y Soberana
en la Parroquia te espera,
Soledad del alma mía,
dueña de La Algaba entera.

La virgen de la Soledad,
¡La más grande y torera!
Madre entre todas las madres
el domingo la espera,
presta a salir a las calles
para quitarle las penas.

¡Oiga usted, buen hombre!
Que se lo digo para que crea.
Y si acaso de mi palabra duda,
que venga pues Dios y lo vea.