23 de julio de 2012

Volvere...

Hoy me he levantado con cierta nostalgia del mes de Marzo. Al abrir los ojos y contemplar el verdor del naranjo recortado en el cielo azul, he recordado nuestro último encuentro y me he colmado de melancolía, porque sé que tardaremos en volver a encontrarnos.
He buceado entre aquellas sensaciones que tengo guardadas en la piel como se conserva un seco manojito de azahar de la lejana Primavera, para de vez en cuando, volver a olisquearlo cerrando los ojos. Aunque esté seco a mi vera, aún retiene ese aroma que me llenó de vitalidad y de ilusión cuando todo lo hermoso estaba aún por llegar.

He salido nuevamente a tu encuentro, pálido como la luna. He vuelto a escuchar el metálico cimbreo de la orfebrería de tu palio, he vuelto a perder la mirada entre los pabilos de tu candelería, he vuelto a extasiarme con tu gesto, con tu dolor y con tu belleza Soledad.
Unos versos  me han recordado aquel regreso a la parroquia de esa noche de primavera, cuando el cansancio hacía mella entre los míos, pero mi ánimo de estar junto a ti no mermaba. Me quedé solo a tu vera, en la calle apagada, iluminado solamente por la cera, mirándote a los ojos castaños, y sentí exactamente  sentí un Viernes Santo tu y yo en la completa soledad del templo.


He elegido los ojos de un niño para volver a nacer,
la imagen de su espejo para saberme en la pureza.
En ellos nombraré cada palabra, cada aroma, cada sonido,
recorreré la Vida y la memoria que les dio forma,
haré nuevo el tiempo que les traspasa
y la razón de ser que alumbró su presencia.
Dejaré que su mirada me lleve
al recuerdo de una noche de triste,
al lugar donde me quedé a solas con tu dolor;
dejaré que aquella voz que acarició tu rostro
siga mostrándome los caminos de la luz,
inundando mis raíces con tu esencia.
He elegido unos ojos de niño para volver a nacer
y que cada encuentro cotidiano sea sagrado,
su mirada para que en el espejo de mi estirpe
sepa saberme sin sombras ni vacíos, con ansia de pureza.



Llegará el día en que me presente ante ti, Soledad, sin compañía, solo, y entonces entenderás que, como en el poema, a través de mi estirpe seguiré junto a ti para siempre, ya sin sombras ni vacíos, sin penas y sin maldades... tan solo ansiando tu pureza.
Volveré, Soledad, volveré. Cuando sienta que ya no puedo más, volveré; cuando sepa que me necesitas, volveré; cuando pueda mirar de nuevo tus ojos frente a frente volveré; cuando pueda quererte sin problemas volveré; cuando yo sea tu luz y tu mi guía, volveré.

Qué lejos queda Marzo... pero que intenso sigue siendo aún su aroma aquí a mi vera…Soledad