5 de abril de 2012

De Soledad...

Vengo a la Hermandad , porque desde que era un niño y a la pregunta ¿de quién eres? contestaba, soy de Soledad, a la vera de Dios, al ladito de sus lágrimas traspasadas, soy de la Soledad del Compás de Calle Sevilla, de la magia de la reja de su capilla, de las campanas cercanas, de los rezos de al lado, de la piedra y su fachada, de un cuadrito hecho mosaico, de la luz de las losetas.



Soy de Soledad, del farol de la esquina, del agua de calle Pozo, del callejón encantado, de las tejas pintadas, de los adoquines de mujeres que cobraban su llanto, del escalón de la puerta y del nombre de aquella pequeña Fátima en la hornacina de la puerta.


Soy de Soledad, de los encajes del altar dorado, de un perrillo que como lazarillo nos da la bienvenida, de una escoba que barre el cielo, de la luz de sangre de Dios, de las cuentas de piedra en el relieve, de un altar de eucaristía y de una celosía que merece un mundo entero.

Soy de Soledad, donde nace la cruz desnuda del Calvario y sus dorados destellos,de su imagen parada en el aire del camarín y su mirada perdida. del  calvario de madera y Su mirada para las nuestras y Su silencio de sangre y Su nombre divino: Soledad.


 
Soy de Soledad, del pañuelo de pureza y la cruz en la saya, del brillo de un resplandor al aire y unas lágrimas para mirarla y un traspaso para sentirla y una Soledad para quererla.

Soy de Soledad y sigo siendo aquél niño que se acercaba a Tu sombra, que Te acercaba su infancia, que bebió del dulzor de Tu nombre y que cantó la nana del fruto de una melódica perdida.

Ya, nadie me pregunta, aun así yo sigo diciendo: soy de Soledad; ¿de quién voy a ser?.