29 de marzo de 2012

Añoranzas.... (1)

Vengo por la calle de los sentimientos, traigo la niñez que un día jugó a ser cofrade entre la Plaza y el Compás, la impetuosa juventud que recorría apresurada la calle Sevilla donde Dios tenía casa y nombre.

Vengo con la piel traspasada por su nombre de Soledad, con una lágrima quebrada por su llanto de amargura, traigo una sonrisa eterna de haber estado a su vera, el cariño de la primera madre que me enseñó los rincones del corazón y el recuerdo de tantas historias que fueron contándose con mis años.


Vengo por los caminos , acompañado por la plaza, buscando la cruz de Dios, traigo las campanas de la matriarca cofrade y escucho el sonido de los rezos franciscanos y veo la piedra de la fachada escondida en una esquina tras su capilla y el reflejo de un mosaico de antaño y hasta el recuerdo de los colores de las losetas y su gris caudal que me conducía a la luz.
Vengo con la luz de un farol que alumbraba las distancias, bebo del agua dulce del Pozo mi panadería, del límite del callejón de los niños, traigo las tejas que se pintaban de lluvia alrededor del convento, los adoquines de magdalenas que lloraban Tu nombre, el mármol del escalón donde pasaron los cuentos y la hucha de negro metal donde recibía a unos niños detrás de una reja y cristal de plegarias.

Vengo a la puerta del templo que marcó en su piedra como crecían mis sueños y al amparo de unos bancos, al silencio callado de los encajes de la Madre, traigo unos trocitos de esperanza para dárselos al perrillo que fue mi lazarillo y una escoba nueva para un fraile de noche con luceros por mirada y una vela roja para la presencia de Dios y un rosario para sus cuentas de altar y un paño para su blanco de mesa y una celosía para que nunca dejen de escucharse los rezos y un Ave María que fui silbando desde la casa a la iglesia.


Vengo a encontrarme contigo, como tantas otras veces, porque Tu eres el testigo de mi tiempo en la tierra, te traigo los recuerdos que deshojaron mi infancia y cultivaron mi juventud, vengo a verte con la cruz y sus dorados destellos, a volver a acariciar Tu túnica con el asombro de la primera vez, a rozar tu pie para estar a Tu lado y que el terciopelo me cosquillee con su cara de ondas y tocar Tu peana como un calvario quieto que me une a Ti y volver a encontrar mi mirada en la Tuya, mis lágrimas en Tu sangre, mi palabra en Tu silencio, mi nombre entre Tu nombre y saber que la eternidad es siempre estar junto a Ti.

Vengo a encontrarme con Tu noche de Madre y a subir por las escaleras de la cruz dorada de Tu saya, para alcanzar Tu mirada que siempre estuvo ahí, Te traigo el firmamento de mis anhelos guardados en los secretos de mi alma, vengo a verte como lo hacía, sentándome a Tu lado; para qué llegar más lejos si Tu estabas tan cerca. Quiero volver al brillo de Tu resplandor y al pañuelo de Tu mano, encaramarme a Tus lágrimas para quitar Tus pesares, mirarte frente a frente y lado a lado, de arriba abajo, de ángulo a ángulo por todos los perfiles para volver a encontrarme traspasado por Tu presencia.


Vengo como cuando era un niño, estrenando mi túnica de Nazareno. Vengo con mi infancia de recuerdos a encontrarme con Tus lágrimas maternales. Vengo al son de Tu pisada a este lagar bendito, a beber el primer mosto que me dio Tu nombre. Vengo a mecer Tu Soledad con mi nana de cariño y acurrucarme en tu traspaso como cuando era un niño...

...Seguirá.