20 de marzo de 2012

Al nazareno de negro...

as páginas se escondieron como un pergamino obsoleto entre volutas barrocas, en la atmósfera inocente del incienso, tras el aroma limpio de la cera...


Sólo soy un pabilo ante tus ojos,
una luz oscilante y mortecina,
un temblor de rezos que camina
ofreciéndote destellos por despojos.
Sólo soy un silencio de sonrojos,
blanca sangre en tu rojo de hornacina,
que implora ante tus Lágrimas divinas
en tus llagas consuelo a mis abrojos
misericordia malva y de blancura,
martirio y cruz en Cristo derramado,
dime qué fiel tesoro me aseguras,
con qué sangre me tienes ya ganado,
si al cáliz de la Cena te apresuras,
o en la entrega que brota en tu costado.