1 de enero de 2012

Al Santo Entierro de Cristo

Campanas a muerte doblan
 -silencio en La Algaba entera-
el ascetismo recobra su perfil de horas añejas...
 se abren como hizo la tarde las hojas de la ancha puerta
y la señal del cristiano, tras el muñidor, se hace guía entre tinieblas...

 Nazarenos de  esparto surcan rutas nazarenas
cerrando espacios insignias con sus repujadas pértigas...
 pasan cirios y más cirios llorando negra la cera
 mientras que el bronce no para de instar a la penitencia.
 Campanas a muerte doblan -silencio…ya se acerca-
en asombroso paso el Entierro se presenta...

 contraste entre lirio y oro aroma de brisa queda
 entre una bruma de incienso la Torre se despeja.
 Envuelto en níveo sudario costaleros  lo llevan
 languidez de amor mecida en sueño de vida eterna...
 el pueblo soleano  llora la hiel de la escena

y a su diestra desmayado se postra el campanario de su iglesia.
 No está San Juan discípulo amado, que no pudo soportar su pena
 no hay consuelo en las miradas ni gestos ni frases tiernas y
 en silencio la acompaña por la inconsolable senda.
 Campanas a muerte doblan en silencio ya se aleja
sobre los pies llevan a Cristo dormido; es La Algaba, es primavera.

El Evangelio del domingo, Día del Señor


Lucas  2: 16 - 21
16 Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17 Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño;
18 y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.
20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

Feliz Año Nuevo

Cuando amanezca hoy, día de año nuevo volveremos a ser el niño que miraba la luz tras los cristales. Volveremos a ser el niño de las postales “escudo de oro” admirando el misterio de cómo reverdecen los naranjos de la plaza, observando la puerta de la Parroquia aquella tarde de Santo Entierro. Lo que Dios nos ha dado, que no nos te lo quite el hombre. Sólo un corazón que no ha dejado de ser niño, puede convertir en realidad el sueño de sus mayores. Si tus ojos no han perdido la capacidad del asombro, es porque sigues viendo aquello que los demás no ven por mucho que estén allí presentes.  Cuando amanezca, volveremos a enseñar lo que nunca del todo hemos aprendido e intentamos transmitir sin dejar ni un instante de aprenderlo. Acaso por mucho que  sepamos de memoria, esa luz que entra por el Compás, es la misma que la de todos tus años, su callada emoción es igual, pero va de estreno, ha compuesto una nueva mirada en el aire de La Algaba, sosegada y en calma. Disfrútala y hazla llegar aunque a los demás no les llegue. Sabemos que el corazón de un niño, jamás se equivoca, por eso vuelve al sitio del colgado balcón de damasco bordado por el oro de la palma y bien lo sabemos cuando caminamos en su busca que hasta nuestros pies nos llevan sólo, porque conocen la cita, donde por vez primera nos llevaron nuestras madres. ¿Hay algo más preciado que un beso?, pues quizás sea la certeza de que Él te mostrará su otra mejilla y verás en su dulce sueño aquellos besos de niños que hemos vuelto a retozar en los brazos de las madres que nos lo enseñaron. Si eres capaz de adivinar Su mirada, lo verás, si no también lo comprobarás en derredor, reflejado en los rostros de tanta emoción ensimismada. Cuando amanezca y el sol marque el oriente por la calle que nos arrastra hacia el Compás, volveremos a ser aquel niño pletórico en busca de la mirada de la Virgen de la Soledad, niño que sabe donde está la felicidad y corre a buscarla; niño soleano que se sube a las faldas del abuelo, para jugar con las palomas en sueño de altos naranjos nevados de azahar. Sabemos que somos unos privilegiados, que La Algaba es nuestra madre y huelgan los temores, que la vida es al fin una semana, que ha vuelto un año más para que la disfrutemos, que solo una palabra es capaz de ensanchar el alma y que al mágico influjo de su nombre, doblaremos la rodilla musitando en silencio con la emoción de la primera vez; Soledad, siempre Soledad: ruega por nosotros.
Hoy cuando haya amanecido, descubriremos con gozo que el tiempo mejor se acerca y que lo que parecía lejanos está ya palpable en las manos divinas de la Señora de La Algaba. Descubriremos que los sueños están a punto de cumplirse.