Se ha ido Agosto. Se ha ido con ese insoportable calor seco que nos asfixia, cayendo inmisericorde sobre el asfalto hasta ponerlo blando, llenando de tierra el aire ya de por sí viciado.
Se ha ido lleno de equívocos personales, y se ha llevado consigo esa pequeña brújula que a todos nos marca el rumbo. Ha quedado a merced de los vientos y de esa dolorosa en la que creemos: ojala Ella sepa orientarnos dentro de tanta incertidumbre.
Se ha ido cargado de reflexiones imposibles de contar, de dureza y de kilómetros con la ilusión volcada en ver la silueta de una torre canela recortada en el cielo de La Algaba.
Se ha ido angustiado sabiendo que hay mucha gente mala en el mundo. Algunos son conocidos monstruos capaces de atrocidades como la de los niños de Córdoba; otros son personas que adolecen de cordura y tratan por igual a víctimas y a verdugos (ahí está la “humanitaria” liberación de alguien sin humanidad como el carcelero de Ortega Lara); y los últimos, son menos conocidos pero más abundantes: esperan el error personal ajeno para ir a saco contra él como hienas escondidas tras sus dentelladas, deseosos de impartir lecciones de una ética que luego ellos mismos no se aplican. Sólo Dios debe juzgar a los demás. Cuánto aburrido malnacido hay suelto detrás de un golpe de pecho.
Se ha ido con el sabor especial que tienen los agostos en los que unos juegos olímpicos acostumbran al españolito medio que normalmente es carne de siesta y sofá a ver con curiosidad disciplinas que jamás le hubieran llamado la atención de otra manera: piragüismo, triatlón, tiro, tenis de mesa, esgrima… Esos agostos todos nos sentimos un poco más orgullosos de nuestra bandera y de los que la defienden con juego limpio.
Se ha ido cargado de sensaciones a flor de piel, de atardeceres de los que te despides sin saber hasta cuándo, de siluetas en las que antes no reparabas y que a partir de ahora sabes que echarás de menos, de olores atrapados al pasar junto a ellos (higueras, riegos vespertinos del campo, pan recién horneado, pescado recién puesto en el hielo…), de colores que cambian el paisaje de siempre adaptándolo a la necesidad y al hambre de agua.
Se ha ido con medio país ardiendo. Porque si estamos rodeados más cerca de lo que pensamos de entrometidos, chismosos y cobardes, también lo estamos de locos que van prendiendo vida con un mechero en la mano con el pretexto de especular con el suelo, o de vengarse de alguien (¡Ay la venganza!), o simplemente de hacerse conocidos por su propia demencia.
De todo hay en la viña del Señor… y Agosto ha dejado a España tiritando entre ascuas, afectando miles de hectáreas de paraísos naturales que ya nunca volverán a ser lo mismo.
Es hora de apretar los dientes, de aguantar la carga, de intentar mirar al frente con esa esperanza que no debemos perder nunca y de esperar… porque todo llega, y hasta que no se nos cierren los ojos no estará dicha la última palabra. Dejemos tiempo al tiempo.
…Y llegó Septiembre, con su vuelta a lo cotidiano, a la realidad de cada día, con una fiesta que se pierde en la noche de los tiempos por los callejones del pueblo. Volvemos a la Hermandad, a nuestra vida, volvemos con más fuerza que nunca, porque tenemos grandes proyectos: grandes realidades, y grandísimas ilusiones, no se explica sino, de otra grafía nuestra forma de ser.
Volvemos y nos abandonamos en las manos purísimas de la dueña de los corazones soleanos, descansamos en el dulce sueño de Dios y trasmitimos a todos la alegría siempre innata de la vuelta a la vida…tras la oscuridad, siempre la luz.
Ya está de nuevo en marcha nuestro blog. Sean todos bienvenidos.