20 de noviembre de 2012

...En tu Soledad, mi Señora.


En tu palabra de Esclava
diste tu seno en sagrario,
sin esquivar el calvario
que tu promesa encerraba.

Hágase en mí, te bastaba
como respuesta serena,
ganando tu gracia plena
por la Soloedad de tu fiat,
aun viendo que sufrirías
entre espinas y cadenas.

A esa Soledad de tu ofrenda
confío mis ataduras,
a esa Soledad que asegura
mi libertad sin enmienda.

A esa Soledad se encomienda
mi alma triste y pecadora.
Que a tu merced redentora
quiero atar mi corazón,
y hallar mi liberación
en tu Soledad, mi Señora.